El pueblo de Granadilla es un lugar ciertamente singular, casi diría que mágico. Fue expropiado como consecuencia de la construcción del embalse Gabriel y Galán a mediados del siglo XX y décadas más tarde entró en un proceso progresivo de restauración gracias a diversas iniciativas permaneciendo en la actualidad bajo titularidad pública.
Pasear por sus despobladas calles empedradas jalonadas de vetustas casas, recorrer el adarve de su muralla, subir a su torre medieval, contemplar los paisajes circundantes, admirar el vetusto olmo que sobrevive a la entrada...son experiencias difíciles de olvidar. Aquí tenéis más información.
Precioso, lo tengo entre mis pendientes.
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